Por Mario Luis Ramos Rocha
Aguascalientes, Ags. 11 mayo 2023.- Corría el ya lejano año de 1990, eran los tiempos del todo poderoso Partido Revolucionario Institucional, cuando en el país nada sucedía si no lo autorizaba o era del agrado y conveniencia del presidente en turno.
Había elecciones, por supuesto, pero no existía árbitro electoral y mucho menos tribunales especializados, todo se dirimía en la Secretaría de Gobernación, donde despachaba un funcionario elegido y bajo el mando del Ejecutivo Federal.
Esta maquinaria estaba tan perfectamente aceitada que el escritor y pensador peruano Mario Vargas Llosa no dudó en calificarla como La Dictadura Perfecta. Y lo hizo en vivo en televisión nacional, cuando las grandes cadenas eran férreamente controladas por el Estado.
A tres décadas de distancia, el presidente López Obrador añora el control totalitario del PRI que lo formó políticamente. Desea un régimen como el del viejo PRI, hace berrinche y pataleta cuando no lo logra, quiere cortar la cabeza de los ministros que osan no plegarse a sus deseos, como ocurrió esta semana al echarse abajo su controvertido Plan “B”.
Lejos de sus deseos, López Obrador encabeza hoy una dictadura imperfecta. No comprende que el pasado antidemocrático no puede ni debe regresar a México
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